De vaguidos y albazos

PULSO

Eduardo Meraz

Los días finales de abril de 2023 serán recordados por paradójicos: por un lado, vemos cómo languidece la salud del presidente totalmente Palacio Nacional, mientras, por otro, el cuatroteísmo en San Lázaro da muestras de vigor legislativo, sin reparar en mientes y aprueba al vapor leyes para asegurarse el manejo discrecional de recursos públicos, previo al inicio del proceso electoral del año entrante.

La reaparición del presidente totalmente Palacio Nacional, después del vaguido sufrido el pasado sábado en Mérida, Yucatán, como efecto del nuevo contagio de Covid-19 que su organismo ha resentido, seguramente acallará las especulaciones, buenas y malas, en relación con sus condiciones físicas y mentales.

Seguramente lo reanimó a mostrarse en los medios de comunicación, tanto las noticias surgidas de la Cámara de Diputados, donde se aprobaron 8 cambios a distintos ordenamientos, como por las loas de que fue objeto en la mañanera, cuando abogaron por su salvación -Dios salve al presidente- y para promover su candidatura al Premio Nobel de la Paz.

Sin embargo, esta inyección de adrenalina no quita el hecho de haberse contagiado tres veces tres por coronavirus -prácticamente una vez por año- por más justificaciones que se ofrezcan.

Su reticencia para seguir al pie de la letra las indicaciones sanitarias como el uso de cubrebocas y los variados malestares que le aquejan y lo han obligado a medicarse de manera constante desde hace varios años, empiezan a pasarle factura, volviendo innegable la merma en su salud.

Depender de la ingesta de medicamentos es claro indicativo del deterioro de su organismo y que a últimas fechas se ha hecho más notorio, al verse impedido de acudir -hace unos días- al diamante a jugar un partido de béisbol con el pitcher Mariano Rivera.

Tales limitaciones físicas se vuelven “pecatta minutta”, si se considera el “shot” brindado por los diputados guindas, que prácticamente sin cambiarle una coma a ocho de sus iniciativas de cambios a leyes y ordenamientos fueron aprobadas en tiempo récord, que legisladores de oposición calificaron de “albazo” o “madruguete”.

Sobre todo, porque al modificar los moditos de funcionamiento de varias dependencias y organismos, le permitirán al mandatario sin nombre y sin palabra, de una parte, esconder los malos manejos de recursos públicos como los del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi), la Financiera Rural y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Si se suman los múltiples ilícitos cometidos en esos tres organismos, palidece el desfalco cometido en Segalmex. De acuerdo con cálculos extraoficiales, las “pérdidas” en la operación de estos tres organismos podría oscilar entre los 100 mil y los 500 mil millones de pesos.

Por la otra, pasar al ejército la vigilancia del espacio aéreo, otorgarle por tiempo indefinido la operación y administración del Tren Maya y autorizarle la creación de una aerolínea verde olivo, le permitirá a este sector del morenismo hacer un uso harto discrecional del dinero de los contribuyentes.

En ese mismo camino se orienta la decisión de pasarle a la Secretaría de la Función Pública la responsabilidad de llevar a cabo todas las compras gubernamentales.

Las elecciones en Coahuila y el estado de México, sobre todo en este último, nos dirán si la inyección de vitalidad de la mayoría en el Congreso ahuyenta los vaguidos presidenciales; o si la transfusión de recursos -vía albazos- a Morena le alcanzan para ampliar su dominio.

He dicho.

 

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