PULSO
Eduardo Meraz
Limpio, lo que se dice limpio, no fue; transparente, lo que se dice transparente, tampoco. Mas bien semejó una cazuela donde se prepara el mole y donde todos meten la mano. Así fue la encuesta del partido cuyo lema de no robar, no mentir y no traicionar quedó en evidencia durante el ejercicio para designar a su abanderado presidencial para 2024.
A decir verdad, se ha vuelto tan común este tipo de consultas y comportamientos entre la base morenistas para nominar a sus aspirantes a diferentes cargos de elección popular, que en el presente caso haberla hecho sin contratiempos, hubiese sido la excepción que confirma la regla.
Pero no podían faltar a sus principios y valores. Por encima de cualquier razonamiento o conducta están las marrullerías como estilo de vida; sin ellas, los triunfos y las derrotas no se viven con la misma intensidad. Es la adrenalina que da vida al movimiento.
La solicitud de reponer el proceso de parte de Marcelo Ebrard, porque -desde su punto de vista- ya no tiene remedio, habla del exceso en las trampas cometidas por cuatroteístas identificados con la chica de la cola de caballo. Fueron de tal magnitud que hasta Gerardo Fernández Noroña también externó su inconformidad.
El aprecio por la ilegalidad en Morena, sus dirigentes le llaman incidencia, ya sea técnica o política -Mario Delgado, dixit. Si los líderes avalan el nada aseado proceso para la nominación de su aspirante presidencial, sería una clara advertencia para el resto de los mexicanos de lo que puede pasar en 2024.
Si ni entre ellos se respetan, mucho menos lo harán con la voluntad de los ciudadanos cuando acudan a emitir su voto en junio venidero, pues además de sus métodos agandalladores antes, durante y después de la jornada electoral, contarán con la pequeña ayuda de sus amigos del crimen organizado.
En lo que va de la actual administración, las encuestas son el manto mágico bajo el cual se tejen y destejen los acuerdos para cumplir con la voluntad de la encarnación misma del cuatroteísmo: el presidente totalmente Palacio Nacional, cuyas tablas o mandamientos son tan flexibles como lo exija el momento.
Y la irrupción de Xóchitl Gálvez, como expresión de la sociedad agraviada por el gobierno desordenado y gastalón, obligó al todavía bastonero mayor de la 4T a introducir ajustes para evitar salidas intempestivas y posibles divisiones entre sus corcholatas-discípulos.
Y tan descuadro al cuatroteísmo que el presidente sin nombre y sin palabra y los líderes del partido guinda enfrentan el dilema de declarar o no al ganador de la encuesta, con todos sus asegunes, posponer la fecha de darlo a conocer o reponer la encuesta.
No por sabido, deja de sorprender el cochinero electivo de Morena que si bien, por un lado, les permite captar la atención de la población, la imagen negativa que transmite ni con cloro o lejía se la quita.
No siquiera el acostumbrado desplegado de los gobernadores morenistas para respaldar la encuesta quita las manchas, aunque los mandatarios estatales afirmen: “Hemos sido testigos de un proceso inédito, que destierra de tajo prácticas antidemocráticas y que representa por sí mismo una contribución histórica al avance democrático de nuestro país”.
Irremediablemente, Morena sigue dejando constancia de su loco, poco ético y nada confiable proceder lo que, sin duda, tendrá impacto en los votantes
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Tras el prolongado montaje y los tropezones para terminar por anunciar que Claudia Sheinbaum es la futura candidata presidencial de Morena, puede concluirse que el evento estelar, estuvo muy “Pardo”.
@Edumermo