PULSO
Eduardo Meraz
La seguidilla de reveses legislativos tenidos por el cuatroteísmo en las semanas recientes únicamente viene a confirmar la ineptitud de Palacio Nacional, pues muchas de sus reformas al marco jurídico vienen con gorgojo y no son aptas para la construcción de una democracia “verdadera”, como presume al presentar sus iniciativas.
En realidad, muchas de las propuestas oficialistas de ajustes al marco normativo tienen como propósito rebajar o, de plano, eliminar muchas garantías civiles; y en otros casos, se pretende fortalecer al máximo el presidencialismo en México, eliminando los contrapesos de los otros dos poderes de la unión: el legislativo y el judicial.
Los distintos cambios intentados por el mandatario sin nombre y sin palabra -a los cuales no quiere se le cambie ni una coma, unos pudieron ser aprobados y otros fueron desechados-, han devenido en numerosos litigios y controversias, tanto domésticas como del extranjero, por ser violatorios de derechos, libertades y garantías individuales y sociales.
De hecho, todas sus iniciativas llevan gorgojo, a veces a la vista y en otras muchas escondido en letras pequeñas; son de mala calidad para el desarrollo económico, social y político de los ciudadanos. El deterioro en la salud de la República es un claro síntoma de las afectaciones producidas por sus afanes absolutistas.
La militarización de la seguridad pública, de la cual fue un opositor contumaz hasta antes de asumir el poder ejecutivo, junto con su claque, viola la Carta Magna. Lo mismo puede decirse de su ordenamiento para hacer extensiva a casi todos los temas la prisión preventiva oficiosa.
Sin embargo, tanto en la Suprema Corte, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos decidieron “hervir” su proyecto, a fin de eliminar la toxicidad gorgojienta de esas disposiciones, que otorgaban al oficialismo facultades discrecionales para aplicarlas con cualquier pretexto y a cualquier persona.
Algo parecido sucedió con sus reformas energética y electoral, desechadas en el Congreso, por lo cual recurrió a planes B, llenos de plagas de coleópteros antijurídicos.
En el caso de la electricidad, promovió y logró sacar adelante una ley para otorgar preponderancia a la empresa estatal en la generación y distribución del fluido, aunque ello represente para los mexicanos una carga fiscal, que junto al petróleo suma más de un billón de pesos en un rescate que parece no tener fin.
En cuanto a la reforma electoral, bien podría decirse que desde el plan A, el B y los que sigan contienen más gorgojo que materia prima, al querer devolver al gobierno cuatroteísta el control de los comicios y reeditar la “dictadura perfecta” de la segunda mitad del siglo anterior.
Ante la seria posibilidad de que la Corte declare inconstitucionales las seis reformas presentadas por el presi de Palacio Nacional y no logre su propósito de “destazar” al Instituto Nacional Electoral, que seguiría manteniendo intactas sus funciones básicas, ahora pretende debilitar al Tribunal Electoral.
Para ello, regaló frijol con insectos a las dirigencias del PRI, PAN y PRD para que el Tribunal esté incapacitado de cumplir su función, en materia de paridad de género y, sobre todo, para que los líderes del tricolor y de Morena amplíen marrulleramente su permanencia al frente de sus partidos.
Y recientemente está proponiendo modificar 23 ordenamientos, a fin de que el gobierno pueda expropiar bienes y concesiones a particulares omitiendo el pago de la indemnización correspondiente. Con ello, reafirma el cuatroteísmo que “por el bien de México, primero el gorgojo”.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Como la realización de “conciertos gratuitos” no es garantía suficiente para recuperar la mitad de la capital del país ni le asegura la candidatura a la chica de la cola de caballo, ahora Claudia Sheinbaum anuncia la prescripción de adeudos de predial de 2017 hacia atrás, para viviendas cuyo valor no sea mayor a 2.5 millones de pesos.
¿Descuentos con gorgojo para morosos o una forma disfrazada de comprar votos?
@Edumermo