PULSO

Eduardo Meraz

Conforme se acerca la fecha para la elección de candidatos de parte del oficialismo y de la alianza opositora, la desconfianza se ha convertido en la actriz principal de tales procesos. Hecho no sorpresivo, si recordamos los moditos de las dirigencias partidistas, donde el engaño y la simulación son moneda de uso corriente.

Por el lado de Morena, debe resaltarse la “inocencia” -para decirlo de manera amable- de Marcelo Ebrard por creer en el respeto y apego a las reglas en la designación del coordinador de los comités de defensa de la cuarta -quesque- transformación.

Desde siempre se ha sabido de las preferencias e inclinaciones del presidente sin nombre y sin palabra. El compromiso firmado en junio pasado por las “corcholatas”, impuesto por el habitante temporal de Palacio Nacional, al cual tampoco Ebrard se ha sujetado a plenitud, en realidad estuvo orientado a impedir se exhibieran las carencias de Claudia Sheinbaum.

El ex titular de Relaciones Exteriores se creyó la idea de una competencia equitativa, se comportó confianzudamente cuando había señales por todos lados y desde el inicio de la actual administración de quién estaba más cerca en los afectos del primer morenista.

Marcelo Ebrard se enganchó con la expresión presidencial de sentirse con “la arrogancia de ser independiente”. Sus intentonas de marcar la agenda y adelantar propuestas de gobierno, sin hacer caso a la obsecuencia de los otros competidores para con el primer mandatario, en vez de fortalecer su potencial candidatura, la debilitaron.

Si alguien “emparentó” ideas y estilos, hasta casi mimetizarse con el primer mandatario, fue la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México. Es tal este grado de familiaridad, entre Sheinbaum Pardo y el ejecutivo que no debe ser nombrado, que se habla de que la primera es una “calca” del segundo.

Al parecer los otros competidores del oficialismo si captaron de manera correcta la señal; confianzudos y conchudos como son, no se apartan un ápice del guion asignado a cada uno, pues saben que de ello depende seguir viviendo del presupuesto y las prebendas adicionales.

Las grandes concentraciones, las encuestas “cuchareadas” y la arrolladora publicidad, pagadas con “aportaciones” voluntarias y a chaleco, así como recursos públicos, son métodos aprendidos por los morenistas del PRI primitivo, pero perfeccionadas.

Por eso extraña la denuncia puntual ante los medios de comunicación, de última hora del excanciller, ahora que él no se ha beneficiado tanto de tales prácticas. No

presentar la o las denuncias correspondientes ante las instancias partidistas y electorales, demeritan los señalamientos ebrardorianos, aun cuando le asista la razón.

En el otro frente, además de los quejidos de los aspirantes del Parido de la Revolución Democrática, Silvano Aureoles y Miguel Ángel Mancera, llama la atención el reclamo público de Xóchitl Gálvez en torno a los resultados de la encuesta, en la cual ella ocupa el primer lugar.

Las estructuras partidistas, en este caso, son activos invaluables que no deben menospreciarse. Cómo hacerlas converger con la sociedad civil, sin simulaciones a las cuales son tan propensas las dirigencias, es el desafío que deberán resolver todos los involucrados. Si alguna de las partes cae en confiancitas, el resultado puede ser la crónica de una derrota anunciada.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

La agencia de calificación crediticia Fitch advirtió que en caso de que “aumente de manera considerable” el apoyo financiero del gobierno mexicano a Pemex, podría tener impacto negativo en la calificación soberana, ya que en julio pasado había recortado la nota de la petrolera.

 

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