PULSO

Eduardo Meraz

Así, como si nada, ya sólo le queda una cuarta parte al sexenio. El cuatroteísmo primigenio se va extinguiendo, las esperanzas de mejoramiento en la vida de los mexicanos se desvanecen y se extinguen las posibilidades de contar con una economía sólida y dinámica para afrontar en mejores condiciones el futuro.

Los propósitos destructivos en torno al neoliberalismo, nunca se tradujeron en auténtico beneficio para las mayorías y, en cambio, procrearon esquemas de relaciones perversas entre grupos y sectores que, conforme se acerca la fecha de caducidad de este sexenio, reclaman con mayor vehemencia el pago de servicios prestados al gobierno del presidente totalmente Palacio Nacional.

Exigencias en aumento y más abundantes conforme la realidad exhibe cómo la clase gobernante, las fuerzas armadas y unos puñados de empresarios y de miembros de la delincuencia organizada obtuvieron ganancias en grado superlativo y dieron paso a un estadio superior de la “mafia del poder”.

Lazos y alianzas vueltos cadenas difíciles de romper, aunque el pegamento que los mantenía unidos -el presupuesto- empieza a ser insuficiente para cubrir el “derecho de piso” que ahora debe pagar el oficialismo si desea conservar el respaldo de sus aliados políticos, económicos y delincuenciales.

La seguidilla de reveses infringidos al habitante temporal de Palacio Nacional no ha concluido. Distintos ordenamientos están pendientes de ser aprobados en el Congreso y si logran salvar este escollo, algunos de ellos serán llevados a la Suprema Corte, como podría ser los casos de la Ley Minera y del plan B electoral.

Están también pendientes de ser resueltos los asuntos migratorios, comerciales y de fentanilo con Estados Unidos, cuyo gobierno da muestras de habérsele agotado la paciencia ante el incumplimiento de compromisos del cuatroteísmo.

Este complejo escenario podría explicar, en parte, la precaria salud del mandatario sin nombre y sin palabra, el cual es correlativo al proceso fatal de desvanecimiento de su poder.

El conocimiento de estas condiciones despierta apetitos en todos lados y en todos los niveles; aliados y adversarios saben que es momento de empezar a cobrar facturas. En caso de no ser cubiertas, el abandono del titular del ejecutivo a su suerte será el menor de los quebrantos a su salud y poder.

Amplios sectores de la sociedad han padecido los efectos de los caprichos y extravíos del titular del ejecutivo, tratando de fincar su “modelo ideal”, ya desvanecido, a través de la división entre grupos sociales y desmantelar -destruir- instituciones y la división de podres propios de una República.

Sin embargo, la inoperancia anhelada y promovida para derruir el neoliberalismo fue imposible de alcanzar, y las contrahechuras en que derivó el proyecto transformador cobran vida propia y ya operan en contra de las ocurrencias presidenciales.

Las dificultades financieras, administrativas y políticas se agudizarán en el año y medio restante para concluir el presente mandato, en especial si los grupos aliados no ven satisfechos sus requerimientos. Del grado de cumplimiento de viejos y nuevos compromisos dependen la frecuencia y velocidad de los devaneos desvanecimientos presidenciales.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

La extinción del Insabi, que era el basamento del sistema de salud mejor que el de Dinamarca, confirma como los sueños guajiros se desvanecen, con un elevado costo en vidas y recursos.

 

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