Por Felipe Vega, Fundador de CECANI, empresa de divulgación de las organizaciones no gubernamentales y sociedades sin fines de lucro.
La mayoría de los seres humanos en algún momento de nuestras vidas hemos querido aportar a una o varias causas sociales, pero, verdaderamente sabemos lo que conlleva realizar una organización civil legalmente constituida y el impacto social que esta causa.
Actualmente en México se mantienen 80 mil asociaciones civiles registradas de acuerdo con INEGI 40 mil de ellas cuentan con clave única de inscripción (CLUNI) y solo 10 mil son donatarias autorizadas, las cuales se encuentran verificadas en el anexo 14 del Servicio de Administración Tributaria (SAT).
Las principales acciones de la Sociedad Civil Organizada son ayudar a que la democracia funcione, apoyar a los grupos vulnerables o grupos de la población, no empresas ni gobiernos. También ayudan a cumplir con las promesas de gobierno, evitar el abuso de poder, promover los valores cívicos y sociales y, en sí, hacer de este mundo uno mucho mejor.
Ahora, una Organización No Gubernamental puede ser una donataria autorizada, que implica múltiples beneficios como tributar para efectos fiscales como personas morales con fines no lucrativos, la posibilidad de recibir donativos sin límite, ya sea en efectivo o en especie, de residentes en el país o en el extranjero y aplicar a convocatorias nacionales e internacionales para la obtención de recursos mediante proyectos sociales
Sin embargo, siempre deben expedir los comprobantes respectivos, llevar el correcto proceso de constitución y considerar que las donaciones son deducibles del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y del Impuesto Sobre la Renta (ISR), ya que no se genera utilidad.
Las personas morales que apoyan a la donataria pueden deducir los donativos hasta por el 7% de la utilidad fiscal.
Una de las formas más eficientes para generar la sustentabilidad de las asociaciones es contar con un departamento de procuración, que tenga la capacidad para diseñar y ejecutar diversas estrategias.
En este tipo de organizaciones la profesionalización es crucial para lograr apoyos reales y sustanciales a las causas sociales previstas, transparentar los procesos y asegurar una recaudación que permita la sustentabilidad.
Existen tres áreas fundamentales de profesionalización:
Formación académica en marketing social, publicidad o comunicación. Muchas ONGs tienen un área de acción social. Es decir, tratar de difundir su causa y conseguir personas que la compartan. Su capacidad de influencia incide directamente en los procesos de captación de fondos. Los perfiles profesionales muy orientados a la comunicación son necesarios. Muchas de las organizaciones del tercer sector que conocemos tienen una figura que se encarga de la visibilidad en el exterior y otra que esta más centrada e la gestión de proyectos.
Formación relacionada con el sector de trabajo de la ONG. Así pues, la visión, valores y objetivos de la ONG determinarán el tipo de perfiles profesionales que busquen. No obstante, los perfiles más buscados son los de graduados en Biología, Derecho, Veterinaria, Medicina, Educación Primaria, Trabajo Social o Relaciones Internacionales.
Formación similar a la de otros sectores. Al igual que muchas otras organizaciones los profesionales de las ONGs necesitan manejarse con un Excel, hablar idiomas, tener competencias de gestión de equipos, gestionar proyectos, gestionar su tiempo o trabajar previniendo riesgos laborales. Es decir, necesitan estar formados en todo aquello que tiene que ver hoy en día con el ámbito del trabajo cotidiano.