PULSO

Eduardo Meraz

La sesión en la cual se renovó parte del Consejo General del INE dejó ver síntomas de un trabajo menos aguerrido entre consejeros y representantes de partido. El tono civilizado prevaleciente en la ceremonia en la cual Guadalupe Taddei Zavala rindió protesta como presidenta del Instituto Nacional Electoral haría suponer la prevalencia de diálogo y la búsqueda de acuerdos.

La duración de esta etapa “buena ondita” en el INE está en duda, pues lo ceñido de la elección en el estado de México podría motivar a los representantes partidistas de los dos bandos a endurecer no sólo el discurso, sino a tratar de minar las campañas de Alejandra del Moral (de la alianza opositora) y de Delfina Gómez (del oficialismo).

El lapso de cordialidad también podría ser de corta duración, ante la “reclamación” de la Presidencia de la República a la Corte, en la cual solicita revierta los acuerdos avalados por el ministro Javier Laynez para dar entrada a la controversia constitucional que promovió el INE en contra del plan B, así como la suspensión de su vigencia.

En tanto la Suprema Corte de Justicia de la Nación no tome una determinación sobre los cambios electorales promovidos por el presidente totalmente palaciego, habrá una especie de pausa o paz condicionada.

Los inevitables ajustes administrativos en la estructura y funcionamiento del Instituto también serán una prueba para ver hasta dónde están dispuestos autoridades y representantes partidarios a realizar ajustes y sus alcances en la funcionalidad del organismo electoral.

De cómo se avance en estos asuntos, se verá si la cortesía como signo distinto de esta sesión del Consejo General logra desterrar la fase rijosa y llena de ofensas en que se había convertido la llamada “herradura de la democracia”.

También servirá para mostrar de qué están hechos los nuevos consejeros Rita Bell López Vences, Arturo Castillo Loza y Jorge Montaño Ventura, así como la disposición de los representantes de los partidos en donde, igualmente, registrarán algunos relevos.

En apariencia, los asuntos pendientes y los nuevos que habrá de resolver el Consejo General seguirán el mismo trámite prevaleciente; no así, las argumentaciones y dictámenes en los que se verá si la aplicación irrestricta de la ley sufre modulaciones, un nuevo estilo, o se hará sentir la mano que mece la cuna.

En contraste con esta atmósfera de armonía, en Palacio Nacional los tambores de guerra resuenan desde hace unos días y sus decibeles van en aumento, a consecuencia de la muerte de 40 migrantes en Ciudad Juárez, Chihuahua y el caso Segalmex, donde se habla de un desfalco de alrededor de 15 mil millones de pesos.

Ante el interrogatorio de periodistas en torno a estos casos, el mandatario que no debe ser nombrado, ha dejado de lado los buenos modales, pues son temas que lo tienen con el alma partida y conmovido.

La inseguridad en todo el país, en especial la que aqueja a los migrantes y la corrupción, son dos asuntos de primerísimo orden de los cuales presumía el ejecutivo, y hasta ondeaba un pañuelito blanco, pero que en los hechos lo colocan en la misma condición de complicidad.

Ojalá la buena ondita inicial en el INE no se vea empañada por la actitud bélica del morenismo, tan fácil de caer en ella.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

El inicio de las campañas por la gubernatura del estado de México indica que están aún en el round de estudio las dos contendientes. Tanto Delfina Gómez como Alejandra del Moral han empezado a lanzar sus primeras propuestas; la primera planteó un plan de movilidad amplio, mientras la segunda anunció en sus redes sociales la ampliación del salario rosa al “salario familiar”.

 

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@Edumermo