Por Julio Huerta Gómez
Secretario de Gobernación del Estado de Puebla

Más allá de ver la paz social como algo a lograr en el futuro, en algún punto en el tiempo, la concibo como una sucesión de eventos interconectados y bien realizados.

• Sin educación para todos y todas no hay paz social.
• Sin salud universal no hay paz social.
• Sin un trabajo digno y bien pagado no hay paz social.

Sobre todo, sin valores y corresponsabilidad es prácticamente imposible que una sociedad avance hacia una convivencia sana, pacífica y de prosperidad para todos.

La paz social se construye desde la educación en la casa, inculcando valores como el respeto, la solidaridad y la generosidad. Si en casa se enseña a respetar, y esto se vive y es reforzado con la instrucción formal en las escuelas, se logra que los niños vean la vida de manera corresponsable, lo que después se refleja en el respeto por la ley, por las personas, por las cosas y por el medio ambiente.

Cuando hay respeto en una sociedad, la paz social comienza en la convivencia diaria. El respeto a los derechos, ideas y bienes de los demás se ve reflejada en la disminución y en ocasiones, ausencia de conflicto.

La solidaridad implica haber sido formados bajo la premisa de ayudar, de echar la mano, de hacer a un lado el ego. Cuando las personas son solidarias entre sí y se vive en un marco de respeto, entonces comienzan a suceder grandes acciones que parten desde la sociedad misma.

Si todo lo anterior se ve complementado por la generosidad, la sociedad se vuelve corresponsable, es decir, no está esperando a que alguien llegue a solucionar sus asuntos, sino que aporta, promueve, impulsa que las cosas pasen en equipo con otras personas que buscan lo mismo, en el marco del respeto.