PULSO

Eduardo Meraz

Dicen por ahí que Roma bien vale una misa. En el caso de los aspirantes a dirigir los destinos del país, a partir de 2024, por lo visto hasta el momento, han mostrado su proclividad a sacrificar hasta la dignidad por obtener la nominación de las alianzas oficialista y opositora.

En algunos casos, ha quedado está demostrada la poca aceptación entre electores, simpatizantes y militancia de sus partidos y aún así, están dispuestos a llegar hasta el final, pues su capacidad de ser humillados queda compensada por un futuro cargo, tan incierto como veleidosa la voluntad de quien obtenga la candidatura.

Hay una larga lista de engaños y traiciones, de promesas incumplidas de aquellos ganadores que, una vez obtenido el premio, olvidan los compromisos asumidos previamente y salvo la utilidad que puedan ofrecer los derrotados, prefieren a quienes se la jugaron con ellos. Los premios de consolación generan amargura y, en ocasiones, infidelidades y deslealtades.

De acuerdo con estudios demoscópicos y la percepción popular, únicamente existe cuatro políticos con posibilidades de alcanzar la candidatura presidencial, sin que ello se traduzca en una victoria segura. Ellos son: por el oficialismo, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard; por el frente opositor, Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes.

Los demás participantes, juegan el papel de comparsas para animar la competencia y acceder al premio de consolación, aunque no valga la pena. Lo relevante es mantenerse dentro del presupuesto y con posibilidades de acrecentar el patrimonio personal y/o familiar.

En este escenario, existen tres elementos de enorme peso para inclinar la balanza de uno u otro lado: la calificación de la población al gobierno que ya va de salida, la personalidad del aspirante y no menos importante, los recursos económicos, políticos y sociales a disposición de los contendientes.

Un agregado a este marco es el papel del crimen organizado pues, a querer o no, cada vez adquiere un mayor peso específico en los procesos electorales, en especial durante esta administración, pues con los abrazos -anuencia- cada vez son más las regiones bajo su control.

Las bandas delincuenciales no sólo se enfocan en el narcotráfico. En lo que parece una competencia con las fuerzas armadas, han diversificado sus actividades a otras ramas productivas. Mientras la milicia se dedica cada vez más a los transportes y el turismo, el CO ha hecho de la extorsión, cobro de piso, secuestro y trata de personas áreas muy rentables.

La inclusión de estos dos invitados en la ecuación sucesora tiene mayor relevancia que las aspiraciones del quinteto de “suspirantes”: cuatro de parte del cuatroteísmo y uno de la alianza opositora. ¿Vale la pena continuar, sabedores de sus escasas o nulas posibilidades o tendrán la altura de miras de declinar antes de ser exhibidos en su pobreza de apoyos?

Reconocidas las virtudes y defectos de los posibles candidatos, aunados a las condiciones en las cuales recibirán el país, conoceremos en los próximos días si los principios y valores tienen preminencia o las ambiciones personales y de grupo las dejan para un mejor momento.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

Insertos en el “no vale la pena”, al conocer bien a bien las condiciones económicas y políticas de Chiapas, el titular del IMSS, Zoé Robledo buscó “urgentemente” al presidente palaciego, para declinar su aspiración a gobernar esa entidad y seguir al frente del Seguro Social. Ve más fácil construir el sistema de Salud mejor que el de Dinamarca, a gobernar su estado.

El exdiputado Santiago Creel también declinó a su aspiración de buscar la candidatura presidencial, a favor de Xóchitl Gálvez.

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