PULSO

Eduardo Meraz

Desde su reaparición, después de su tercer contagio de Covid-19, el presidente inocencio y totalmente Palacio Nacional ha llevado sus “moditos” a extremos tales que, en vez de simbolizar fortaleza, revelan el “desvanecimiento” paulatino pero constante de su poder.

Y no son solamente “factores externos” por los cuales se atreve a vaticinar una crisis económica para 2025. En realidad, no se necesita una bolita mágica para saber que sus “moditos” de gobernar fatalmente se traducirán en un fin de sexenio turbulento, La “profecía del desastre por venir” amenazan con anticiparse a sus deseos y volverse realidad poco antes de terminar su mandato.

De ahí su renovada belicosidad contra todo y contra todos. Sus frecuentes acusaciones contra los denominados conservadores, en su acostumbrado sketch de víctima, ya no conmueven; la iracundia con la cual culpa a los demás, es directamente proporcional a su mala gestión.

El desastre de su política de seguridad, respaldado por 153 mil homicidios dolosos, más de 43 mil desaparecidos y amplias franjas del territorio nacional bajo control del crimen organizado no es a causa de las noticias publicadas por los medios de comunicación.

Para lograr que la nota roja no ocupe las primeras planas o los principales espacios de la prensa, se necesita algo más sólido a las reuniones diarias del gabinete de seguridad y al aumento en el número de elementos encargados de estas tareas, pues ambas acciones proporcionalmente dan menos resultados a los de gobiernos anteriores.

Esta incontinencia verbal contra sus adversarios contrasta de manera radical cuando se trata de cuestionar a los miembros del crimen organizado, a los cuales difícilmente lanza una injuria; tampoco exhibe públicamente sus bienes, pues también son seres humanos y merecen respeto.

La benevolencia -para decirlo de la manera más suave posible- de la administración cuatroteísta con la cual supuestamente combate a los grupos delincuenciales y al tráfico de drogas, terminó por llenarle el buche de piedritas a su vecino norteño y éste decidido actuar por su cuenta.

Frente a estos hechos, guarda silencio casi sepulcral ante la decisión del gobierno de Estados Unidos de enviar 1,500 soldados para resguardar parte de la frontera con México. También acepta sin chistar la política migratoria estadounidense y se pliega a la agenda norteamericana, porque respetan la soberanía mexicana.

Esta aquiescencia a los dictados de EU, se torna ofensiva cuando agrupaciones de allende el Río Bravo deciden apoyar a grupos mexicanos de distinta naturaleza. Ahí sí, el habitante temporal del palacio virreinal las considera injerencistas e irrespetuosas por financiar a adversarios a su gobierno. Sin embargo, omite referirse a instituciones públicas que también se benefician de esos recursos.

Tal vez sería oportuno que el presidente totalmente palaciego, en su papel de vaticinador, nos diera a conocer cuándo los mexicanos mejoraremos nuestro nivel de vida. Sin embargo, los antecedentes sobre el sistema de salud y la reparación de la Línea 12 del Metro no lo vuelven confiable en absoluto.

Es más creíble su profecía del desastre, pues está haciendo todo lo necesario para lograrlo.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

Celia Quintero Rico, jueza Decimoséptimo de Distrito en Materia Administrativa en la Ciudad de México, ordenó al Senado de la República nombrar a los tres comisionados pendientes del Inai. La juzgadora otorgó 48 horas a la Jucopo del Senado para que demuestre que cumplió con otra suspensión definitiva que otorgó en marzo pasado, para elegir entonces a dos comisionados del Inai.

 

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