PULSO

Eduardo Meraz

Siempre tarde, nunca a tiempo es la constante del gobierno mexicano actual. Hasta para denunciar anomalías las hacen con retardo, cinco años después de haber asumido la responsabilidad y no se diga para cumplir compromisos, pospuestos una y otra vez.

El más reciente es la impuntualidad para llegar a un evento en Chichen Itza, Quintana Roo por fallas -perdón labores de mantenimiento- en el Tren Maya, cuya primera etapa se puso en marcha un día antes, sin significar su inmediata operación.

Forzar las inauguraciones de sus obras emblemáticas, no se ha traducido en el inmediato funcionamiento de las mismas. Por el contrario, sin estudios serios de respaldo a las mismas, auguran un permanente subsidio a su operación, quizá tan costoso como el Fobaproa y una herencia indeseable.

Y así se van acumulando con singular alegría los retrasos en proyectos, metas, incluso sueños por la personalidad desordenada y caprichosa del habitante temporal de Palacio Nacional, pues el respeto a tiempos y formas son cuestiones consideradas  baladíes.

Los continuos cambios de planes -en el A, B, C y los que sean necesarios- obedecen más al momento y ánimo presidencial en lugar de responder a razones de Estado o, mínimo, a una planeación previa.

Hemos visto como el titular de Relaciones Exteriores realizó labores para comprar pipas o vacunas en lugar de los responsables -Pemex y Secretaría de Salud-, adquisiciones de las cuales nunca se han entregado cuentas detalladas.

Es largo el rosario de encargos y tareas asignados de manera confusa, lo cual se traduce en traslape de funciones y, por ende, resultados lejanos de los presupuestados y con tardanza, lo cual ha representado molestias, carestía y malos servicios para la población.

Conducta innata a lo largo de la vida del mandatario innombrable, desde su época juvenil, como lo demuestran sus estudios universitarios y las cambios de opinión a su paso por partidos políticos y cuando fue jefe del Distrito Federal.

Tales retardos hasta para asumir la Presidencia de la República y el abandono de su visión cuando fue opositor, no dejan lugar a dudas de la forma caprichosa en que se conduce y lleva las riendas del país.

Pero donde se lleva las palmas en lentitud -sin tomar en cuenta el ritmo cansino al hablar- es en el sector salud, donde retrasos y errores costaron, hasta el momento, la muerte de alrededor de 800 mil compatriotas, no sólo por la pandemia, sino por la falta de medicamentos y el funcionamiento insuficiente y deficiente de todo el sector.

De continuar el mismo esquema, «pasarán más de mil años» para tener el crecimiento económico, militares en los cuarteles, combustibles y electricidad baratos. Así la retardada 4T.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

¿Cuántas reformas del presidente sin nombre y sin palabra aprobará el Congreso de la Unión, la LXV Legislatura, en su último año y cuántas irán a parar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación?

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@Edumermo