PULSO

Eduardo Meraz

Debido a la grave sequía de resultados del gobierno cuatroteísta, tanto en el oficialismo como en la oposición se anticipa una temporada de tandeo. Desde Palacio Nacional, se irá dosificando la versificación del caso Colosio; los opositores con la divulgación de los actos de corrupción durante el presente sexenio.

De aquí a principios de junio, la repartición de culpas, por goteo, será la tónica y, quizá, aparezcan y desaparezcan -como por arte de magia- pactos de impunidad, ante un escenario de cerrada lucha electoral, distante del plan C anhelado por el morenismo.

Los primeros repartos han empezado a entregarse a la población. La negativa a dar carpetazo al asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, por considerarlo “asunto de Estado” de parte del presidente palaciego, cumple una función semejante a la del caso Ayotzinapa: ganar simpatías electorales, aunque ni se esclarezca ni se termine por hacer justicia.

El entramado entretenimiento está en ver si la hasta ahora inoperante Fiscalía General de la República, a cargo de Alejandro Gertz Manero, logra demostrar la existencia del “segundo tirador”, con el riesgo de seguir los pasos de las manoseadas indagatorias de los estudiantes normalistas de Iguala, en donde no ha sido posible invalidar la denominada “verdad histórica”.

La premura de entregar resultados en 15 semanas, algo jamás visto en la Fiscalía, parece una misión destinada al fracaso, pero cuyos avances y especulaciones buscan recuperar la narrativa perdida del cuatroteísmo, ya sin nada nuevo por ofrecer.

El otro campo a explotar por el habitante temporal del palacete virreinal, es la distribución, en tandas, de sus reformas constitucionales, las cuales dará a conocer de manera oficial el 5 de febrero. Iniciativas que más bien semejan un bote de tamales -por aquello de la Candelaria-, pues hay de mole, de dulce, de manteca y seguramente de chipilín.

En la acera de enfrente, el tandeo se centrará en continuar con la exhibición de los malos manejos de funcionarios y de la parentela presidencial, en muchos casos imposibles de ocultar y que impiden al dueño del percudido pañuelo blanco, ondearlo con orgullo y soberbia.

A manera de pequeñas muestras, este martes, se dieron a conocer dos noticias sobre el comportamiento poco pulcro del cuatroteísmo. Por cuarto año consecutivo, México obtuvo 31 puntos (de 100 posibles) en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, ubicándose en la posición 126 de 180 países, lo cual es un mentís a las afirmaciones palaciegas.

Asimismo, se publicó una información, con base en documentos de la DEA de Estados Unidos, en la cual se asegura que, en 2006, el actual mandatario recibió financiamiento para su campaña presidencial de parte del Cártel de Sinaloa, por entre dos y cuatro millones de dólares. El dinero habría sido entregado a miembros de su equipo en ese entonces.

De manera previa, han salido a la luz audios y documentos en los cuales se involucra a los hijos del presidente, así como a su más cercano colaborador y al ex secretario de Gobernación en el tráfico de influencias en contratos millonarios a sus amigos, en las obras de Dos Bocas y el Tren Maya.

Como dirían los clásicos: preparen las palomitas y la botana para la temporada de tandeo que nos espera, como si fuera un ciclo cinematográfico. Lo cierto es nadie saldrá indemne, ya sea como actor o como espectador.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

No es por aguarle la fiesta al presidente totalmente Palacio Nacional, pero su muñeco “cabezón”, ya tiene competencia con muñecos chinos de “El Chapo”, de Ovidio Guzmán, de Ramón Arellano Félix y de Pablo Escobar. Sólo faltaría que fuese la misma casa fabricante: Narco Toyz.

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